Bailaque se va, pero no sin dejar preguntas
Un juez federal investigado por corrupción institucional deja su cargo sin enfrentar juicio político. La decisión presidencial habilita su jubilación.
Desde hoy, 1° de julio, Marcelo Martín Bailaque ya no es más juez federal. El dato fue oficializado en el Boletín Oficial bajo el decreto 443/2025. Su renuncia, presentada hace más de dos semanas, fue finalmente aceptada por el Poder Ejecutivo. Pero lo que más llamó la atención no fue su salida, sino el contexto y las formas: el decreto tiene fecha del 25 de junio, aunque recién se difundió públicamente ayer. ¿Por qué la demora?
La medida firmada por el presidente Javier Milei no solo cierra la carrera judicial del magistrado, sino que también lo libera de enfrentar el juicio político que se perfilaba como inevitable. Bailaque está imputado en al menos tres causas judiciales que lo vinculan con maniobras irregulares, omisiones graves y supuestos favores a redes criminales. Sin embargo, con la renuncia aceptada, el proceso ante el Consejo de la Magistratura queda automáticamente anulado.
La causa más grave lo conecta directamente con el narcotraficante Esteban Lindor Alvarado, actualmente condenado. Fiscales provinciales aseguran que Bailaque omitió intencionalmente medidas claves en la causa que, en su momento, podría haber evitado que Alvarado consolidara su organización delictiva. A esto se suman imputaciones por extorsión a empresarios y una escandalosa transferencia de mil millones de pesos judicializados a una mutual privada.
Fuentes judiciales deslizan que la renuncia fue manejada con sigilo en el Ministerio de Justicia. El impedimento clave para avanzar con el jury era político: requería que dos senadores del peronismo integraran el tribunal de enjuiciamiento, algo que Victoria Villarruel, presidenta del Senado, nunca habilitó.
El retiro de Bailaque no es un cierre, sino un punto suspensivo. Se va con su jubilación asegurada, sin rendir cuentas ante la Justicia que alguna vez representó. La pregunta que queda flotando es si la política volvió a ganar sobre la institucionalidad.