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Causa D4: La trampa de los repuestos

Dos ex jefes policiales condenados por un fraude millonario

El Tribunal halló culpables a Rafael Grau y Omar Odriozola por liderar una asociación ilícita que desvió millones del Estado con facturas falsas por arreglos de móviles policiales. Los fundamentos de la sentencia revelan cómo dos ex jefes de la Policía de Santa Fe simularon reparaciones para justificar desvíos millonarios. Facturaron 30 millones por arreglar un solo patrullero. Se conocieron los fundamentos del fallo judicial que en junio pasado condenó a Rafael Grau y Omar Odriozola, ex jefes de la Policía de Santa Fe, por liderar una red de corrupción interna. Ambos fueron sentenciados a 6 años y 6 meses de prisión, inhabilitación para ejercer cargos públicos por 10 años y una multa de 90 mil pesos cada uno.

La investigación —iniciada en 2016 tras una denuncia del entonces ministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro— reveló que, bajo sus gestiones, se simularon reparaciones de patrulleros y se emitieron facturas falsas por compras de repuestos que nunca se hicieron.

El caso, conocido como “Causa D4”, reveló la existencia de vínculos entre funcionarios policiales, talleres fantasmas y empresas de repuestos, algunos de ellos operados por prestanombres. El tribunal destacó que “de diez móviles con facturación de repuestos, solo uno fue realmente reparado”.

Según las pericias, un solo vehículo llegó a acumular facturas por más de 30 millones de pesos, y otro, perteneciente a la Policía Comunitaria, tuvo 26 facturas por alrededor de 10 millones. Se comprobó también que algunos talleres ni siquiera existían físicamente.

A diferencia de otros implicados que firmaron acuerdos abreviados, Grau y Odriozola fueron los únicos que enfrentaron un juicio oral. Los jueces Minniti, Szeifert y Torres coincidieron en que ambos desempeñaron un rol central y facilitador en la maniobra de desfalco al Estado.

El fallo no solo establece responsabilidades penales, sino que expone las fallas estructurales en los controles internos del Estado. La corrupción no fue solo individual, sino sistémica. La justicia, en este caso, dio una respuesta, pero la herida institucional sigue abierta.

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