La Municipalidad intensifica los operativos para retirar autos, motos y camiones abandonados
Un problema urbano con implicancias en la seguridad, en lo que va del año, la Municipalidad de Rosario removió un total de 156 vehículos abandonados de calles, avenidas y veredas. Se trata de autos, motos y camiones que, además de ocupar espacio público de forma indebida, generaban focos de suciedad, inseguridad y facilitaban situaciones de vandalismo. La iniciativa surge como respuesta directa a denuncias realizadas por vecinos, quienes pueden informar estos casos de forma completamente anónima a través del número 147, el sitio web oficial o el MuniBot por WhatsApp.
Cómo se actúa ante una denuncia
Una vez recibida la denuncia, inspectores municipales constatan el estado del vehículo y labran una intimación al titular, quien cuenta con 48 horas para retirarlo. Si no hay respuesta, se aplica una infracción y se remite el vehículo al Corralón Municipal. En muchos casos, los autos permanecen en estado de abandono durante meses o incluso años.
Diego Herrera, secretario de Control, explicó: “La calle no es un depósito. Estos vehículos deteriorados afectan la circulación, ensucian el entorno y representan un riesgo para los vecinos. Por eso, estos operativos van a continuar como lo indica el intendente Pablo Javkin”.
El destino final: del abandono a la compactación
Cuando el vehículo es trasladado al corralón y transcurren tres años sin que el titular lo reclame, se procede a su compactación. El proceso está regulado y se lleva a cabo periódicamente. Desde el municipio aclararon que, antes de la compactación, los propietarios son notificados en reiteradas ocasiones para que puedan recuperar el vehículo, pero la mayoría nunca responde.
Los autos abandonados suelen estar en muy mal estado: sin parabrisas, sin cubiertas, desmantelados y muchas veces, sin motor ni asientos. En algunos casos, también se detectan vehículos que han sido utilizados para delitos menores o como refugios improvisados.
El retiro de vehículos abandonados no es solo una cuestión estética o de tránsito. Es parte de una estrategia de ordenamiento urbano, seguridad y convivencia. La participación ciudadana es clave, y el municipio ofrece canales accesibles y confidenciales para actuar.