Balas y silencios que buscan sembrar el pánico en la ciudad
En menos de 48 horas, Rosario volvió a estremecerse con dos ataques armados a domicilios. Disparos, amenazas escritas y el mensaje implícito de que el miedo sigue marcando territorio.
La violencia volvió a irrumpir en Rosario con la frialdad de una rutina que ya no sorprende, pero sí sigue hiriendo. En las últimas horas se registraron dos nuevas balaceras dirigidas a domicilios particulares, ambas acompañadas por notas mafiosas que exigen el desalojo de las viviendas. La escalada no se detiene, y el mensaje es claro: dominar desde el miedo.
El primer hecho tuvo lugar en Pasaje Independencia al 4100, mientras que el segundo ocurrió ayer en Campbell al 1400 bis, en la zona del barrio Ludueña. Allí, un móvil policial acudió tras un llamado de emergencia. En el lugar, constataron siete impactos de bala en la fachada de una vivienda y una vaina servida. También encontraron una nota amenazante firmada por una banda que, en los últimos tiempos, ganó notoriedad en la zona.
No se registraron heridos, pero el mensaje fue suficiente: “Dejen la casa”, decía la nota. No hay, al menos por ahora, otras explicaciones que hayan trascendido. El silencio —de los autores, de las víctimas, incluso del entorno— es parte del mecanismo que hace funcionar esta lógica de dominación territorial.
Estos hechos no son aislados. En Rosario, las balaceras con mensajes intimidatorios se repiten y configuran una práctica mafiosa que busca sembrar el terror y obligar a las familias a abandonar sus hogares. Las balas ya no son solo disparos al aire: son órdenes. Son amenazas que buscan vaciar hogares a fuerza de miedo y que necesitan ser investigadas por la justicia, antes que se torne incontenible, con en tiempos anteriores