Brian Nahuel Figueroa, asesinado en Rosario, tenía antecedentes por delitos con armas y vínculos con el narcotráfico

Una ráfaga en la noche rosarina volvió a sorprender justo a pocos minutos de haber culminado el cotejo entre Newells y Banfield. El nombre de la víctima no sorprendió a los investigadores: Brian Nahuel Figueroa de 30 años, fue asesinado en la esquina de Virasoro y Dorrego. Su historia, más que su muerte, es la que ahora resuena en los pasillos judiciales y policiales.

Figueroa no era un desconocido para las fuerzas de seguridad. Su prontuario cuenta episodios repetidos, donde las armas y las detenciones marcan una línea que parecía difícil de torcer. En mayo de 2020 fue aprehendido con un arma de fuego en Ricchieri y Mendoza. Siete años antes, en 2013, había sido detenido por tentativa de robo calificado con un revólver en su poder.

Pero los vínculos con el delito no se limitaban a su figura. En mayo de este año, en un domicilio relacionado con él, en la ciudad de Funes, detuvieron a cuatro personas por tenencia de estupefacientes. Y en 2024, fue aprehendido mientras acompañaba a una mujer con pedido de captura activo.

En 2018, ya figuraba como imputado en un allanamiento en Pasaje 303 al 1400. Las fechas marcan una cronología sin pausas, donde el delito se convirtió en rutina. Su asesinato, aunque brutal, fue casi anunciado por su historial.

El crimen de Figueroa no fue solo una bala más en Rosario. Fue el cierre violento de una historia escrita a golpes con tinta negra.