Intentaron ingresar droga camuflada en zapatillas durante una visita a la cárcel
Cinco mujeres quedaron demoradas tras intentar ingresar cocaína y marihuana escondidas en las suelas de sus zapatillas. Algunas tienen vínculos con presos ligados al sicariato y al narcotráfico. Una serie de operativos realizados esta semana en la Unidad Penitenciaria Nº 11 de Piñero reveló un nuevo método para ingresar droga a la cárcel: ocultarla dentro de las suelas de las zapatillas de las visitantes. La maniobra fue detectada por personal del Servicio Penitenciario, que notó signos extraños en el calzado de al menos cinco mujeres durante la requisa de ingreso.
Según trascendió, las suelas habían sido abiertas y pegadas nuevamente, dejando ver restos de adhesivo en algunos casos. Al desarmar el calzado, se hallaron compartimentos artesanales repletos de cocaína y marihuana. En total, se incautaron dosis que superan ampliamente el uso personal y que, de acuerdo a los investigadores, estaban destinadas a la venta dentro del penal, en lo que se conoce como “búnkeres tumberos”.
Las detenidas, de las cuales varias tienen vínculos afectivos o familiares con internos de alto perfil criminal, quedaron a disposición del fiscal César Cabrera. Entre ellas, se identificó a una joven relacionada con un sicario apodado Paisa, a quien se le hallaron 50 gramos de marihuana y 10 de cocaína. Otra mujer, pareja de un imputado por el doble crimen de Virginia Ferreyra y Claudia Deldebbio, llevaba 80 gramos de cocaína en forma de piedras. En un tercer caso, una mujer vinculada a un recluso conocido como Sapito tenía más de 100 gramos de marihuana.
El episodio volvió a encender las alarmas sobre el control de ingreso de estupefacientes a las cárceles santafesinas, y pone en foco la red de vínculos entre presos, sicarios y personas en libertad que intentan sostener el negocio narco incluso desde el encierro.
Lo ocurrido en la cárcel de Piñero revela cómo el narcotráfico adapta sus métodos para sortear los controles del sistema penitenciario. Las visitas, utilizadas como puente para abastecer el mercado interno carcelario, demuestran que el negocio continúa activo tras las rejas. La respuesta de las autoridades será clave para desactivar estas redes que, a pesar de las rejas, siguen operando.