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De la tribuna al banquillo

Tres condenas por el poder oscuro de la barra de Newell’s

La esposa del “Pollo” Vinardi y dos miembros de la barra brava rojinegra fueron condenados por asociación ilícita y extorsiones. La investigación revela cómo el crimen organizado opera desde el corazón del fútbol. Lo que para miles es una pasión, para otros fue la fachada de una estructura delictiva. Desde las gradas del Coloso, donde cada domingo se alienta al club del Parque, se tejieron redes de extorsión, amenazas, negocios ilegales y pactos con aroma mafioso. Y esta semana, parte de esa maquinaria comenzó a rendir cuentas ante la Justicia.

Sabrina Barrias, pareja de Leandro “Pollo” Vinardi –uno de los históricos referentes de la banda narco “Los Monos” y actual líder de la barra brava de Newell’s– fue condenada a 6 años y 8 meses de prisión. La Justicia la identificó como organizadora de una asociación ilícita y responsable de extorsiones, incluso armadas. Dos colaboradores suyos, Fernando Arriola y Mauro Travaglini, recibieron penas de 3 años y medio por su rol operativo como portadores de armas y miembros activos de la banda.

La investigación fiscal reveló extorsiones a dirigentes, balaceras intimidatorias –como la sufrida por la dirigente Fernanda Corte– y un esquema de cobros ilegales por parte de la barra que exigía entradas, camisetas, dinero por partido y hasta amenazó con sabotear eventos si no se cumplían sus condiciones. Todo bajo el amparo del terror, y en nombre de una supuesta “representación del hincha”.

El presidente del club, Ignacio Astore, también fue víctima directa. “No aguanto más esta situación”, declaró ante la Justicia, luego de sufrir amenazas, presiones constantes y hasta tener que cambiar su número telefónico cuatro veces.

Este caso pone en evidencia cómo el fútbol sigue siendo una excusa perfecta para el crimen organizado. Detrás del bombo, hay estructuras que operan con impunidad, dinero y miedo. Y aunque las condenas no desmantelan toda la red, marcan un primer paso: el de empezar a nombrar y juzgar el poder real en las tribunas.

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