La vicegobernadora Scaglia encabezó el operativo en el sur rosarino y destacó que “la seguridad se recupera con acciones concretas y sostenidas en el tiempo”

Este viernes por la mañana, la ciudad de Rosario fue escenario de un nuevo avance en la lucha contra la violencia urbana. En calle Fonseca al 5600, barrio Saladillo, el Gobierno de Santa Fe llevó adelante la demolición de una vivienda vinculada a hechos delictivos recientes, incluida la comisión de un homicidio hace pocas semanas. La intervención fue encabezada por la vicegobernadora Gisela Scaglia y el ministro de Justicia y Seguridad, Pablo Cococcioni.

El inmueble —que años atrás funcionaba como una vecinal y había sido usurpado durante la pandemia— se había convertido en un foco de disturbios y actividades ilegales. “Este lugar dejó de ser un espacio social para transformarse en un problema para los vecinos. Hoy lo recuperamos para todos”, señaló Scaglia, quien destacó que Rosario “empieza a sentirse como otra ciudad, pero todavía hay mucho por hacer”.

Acompañados también por el secretario de Control y Convivencia de la Municipalidad, Diego Herrera, las autoridades supervisaron los trabajos realizados con maquinaria y personal municipal. Herrera confirmó que, tras el derribo, se proyecta una intervención urbanística para mejorar el entorno y devolverle su función comunitaria.

El operativo se enmarca dentro de las acciones que permite la Ley de Microtráfico, sancionada a fines de 2023. Según Cococcioni, en los últimos 20 meses se han inactivado cerca de 70 puntos críticos en la provincia, 50 de ellos en Rosario. “Son espacios donde antes mandaban los narcos, y hoy vuelve el Estado. Es territorio recuperado para la paz”, sostuvo.

El derribo del inmueble en Saladillo no es solo una acción simbólica, sino una respuesta concreta a la inseguridad. Cada muro que cae representa un espacio que el Estado decide habitar y proteger.